¿Quién no conoce la canción de Lobo está? Es instantáneo: la memoria emotiva comienza a trabajar apenas se abre el libro. No se sorprenda, lector, si en la página dos siente ganas de seguir cantando; es más, déjese llevar por sus recuerdos, cante, baile y sonría mientras sus hijos lo miran y se preguntan: ¿no era que me iba a contar un cuento para dormir?
Eso sí, reconozcamos que los tiempos cambiaron y el lobo feroz puede vestirse a la moda y usar internet o mirar televisión por cable. O incluso, por qué no, dejar de asustar y tener amigos.
Autor: Jaquelina Romero
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